Michael Robotham: Sin rastro ( 4 )

Resulta inquietante: de nuevo una novela que trata el tema de los abusos a niños. Me pregunto si será positivo y habrá caído alguna barrera que impedía tratar este tema, abordarlo literariamente. No creo que se trate de una casualidad, como tampoco lo es que se hable más y se legisle sobre la violencia contra las mujeres en el propio hogar. Quizá el miedo a contarlo y una valentía legal que lucha para resolver estos problemas están sacando a la luz las tragedias que antes se callaban por vergüenza o, lo que es peor, porque acaso no se creía a la víctima cuando narraba su historia. Ojalá éste sea el motivo y de verdad haya una lucha seria e intransigente contra estos problemas que no considero menores, ya que marcan al afectado de por vida. Lo que me asusta es pensar en cuánta gente habrá padecido y sigue padeciendo abusos, dado el número cada vez mayor que se conoce y se castiga debidamente. No sé si hay asociaciones, algún movimiento, no sé si se organizan algunos afectados, pero creo que deberían de juntarse y, sin miedo ni vergüenza, contar los casos y advertir sobre la prevención y motivar el desvelamiento y mostrar que habrá quien comprenda y ayude a los que lo necesiten.

Algo se mueve con la novela negra

Sí, porque en ABCD hay un texto de Fernando Martínez Laínez sobre Jim Thompson y, al lado, una crítica de "Deudas pendientes", novela negra firmada por el debutante Antonio Jiménez Barca y editada por El tercer Nombre, que valora positivamente Antonio Fontana.
Por otro lado, en Babelia escribe José María Guelbenzu sobre "Trampa para Cenicienta", de Sébastien Japrisot, "un relato insólito", policiaco y experimental. Y en la página siguiente se aborda "Caballeriza", de Rodrigo Rey Rosa, también con pie y medio en el género. Hoy, en dos suplementos culturales importantes.

Michael Robotham: Sin rastro ( 3 )

"Dicen que un mal policía no puede dormir porque su conciencia no se lo permite, y un buen policía no puede dormir porque aún falta una pieza del rompecabezas".

Michael Robotham: "Sin rastro " ( 2 )

El protagonista es un veterano policía que busca a una niña desaparecida. Conforme avanzamos en la lectura sabemos que este hombre es hijo de una gitana violada por los nazis y luego adoptada por un inglés al acabar la Segunda Guerra Mundial: " No sé quién soy ahora. Quizá un milagro de supervivencia o una abominación. Soy en parte alemán, en parte gitano, en parte inglés: un tercio de maldad, un tercio de víctima y el otro tercio enojado. Mi madre solía decir que yo era un caballero, un gentleman. Ningún otro idioma tiene semejante palabra para describir a un hombre. Es una paradoja. Uno no puede pretender ser semejante cosa, pero espera que los demás lo vean así." Busca a una niña desaparecida, a la que han dado por muerta, y parte de un mal momento: le han encontrado herido y ha perdido la memoria reciente de cuanto acaba de sucederle. Un punto de partida algo tópico pero que halla mejoras en su desarrollo narrativo y en su desarrollo textual, ya que no se trata de un thriller sino de una novela con personajes bien trazados y una cadencia inteligente y bien meditada.

"El secreto de Anthony Zimmer", de Jérôme Salle

Ir al cine el día del espectador (entrada sólo a 3 euros ) es una experiencia que no deja indiferente. A mí, porque en la sala sólo estábamos cinco espectadores. Quizá por eso la imagen en la pantalla aparecía partida y tuvo que salir un espectador a pedir que nos respetasen y lo arreglaran pese a ser sólo un grupito. En fin. La película empezó puntual y acabó media hora antes de lo previsto, quizá porque no nos merecíamos la proyección de algunos tráilers, de algún corto. Bueno. La película mereció la pena. No negaré que el principal atractivo lo ofrecía ver a Sophie Marceau, que no decepcionó. La película es corta pero intensa, con un ritmo adecuado y con algunas sorpresas a lo largo de su metraje bien decididas y bien resueltas, con una escena de huida de un personaje al que van a matar por una escalera exterior que bien podría haber conseguido la admiración de Hitchcock, o en su defecto de Brian de Palma: el fugitivo se para a recoger en un peldaño unas pastillas caídas y por la vibración en la escalera metálica advierte que aún van tras él. No se alarga la trama y no hay piruetas excepcionales ni retuercen el argumento: vamos hacia la sorpresa final que ya intuimos, porque algo hay de previsible siempre en una película con dos actores protagonistas casi únicos. Esta manera francesa de abordar el género merece mi apreciación, ya que, aun lindando con la serie B, no abusan de la acción y se dedican más a contarnos lo que les ocurre a los personajes, dentro y fuera de su piel. Por cierto, hablando de piel, la escena erótica a destacar - en un thriller actual no incluir una o varias escenas eróticas conduciría al desprestigio - es una inesperada y con una sensualidad original: Sophie Marceau sube una escalera antecediendo al protagonista y la forma de moverse, de subir los peldaños, de contonear el cuerpo, el acercamiento de la cámara, cómo la sigue, constituyen unos momentos que se quedan en la retina durante un buen rato.

Michael Robotham: " Sin rastro" ( Lost)

Se agradece encontrar autores a los que no sólo les gusta narrar, sino también escribir. Robotham es uno de ellos. "Antes de que pudiera terminar de hablar, el arma se disparó, estremeciendo el aire y algo dentro de mí". "Eso es lo que asusta de Joe. Es como si pudiera abrir de un golpe la cabeza de una persona y leer el contenido como si fueran hojas de té. Uno no quiere acercarse a alguien así porque un día puede mostrarte un espejo y dejarte ver lo que ve en ti el resto del mundo". "Chicas saludables con las faldas rebosantes de luz de sol otoñal y aire fresco". "La marea sigue en vaciante, y el río se angosta, mostrando una franja de lodo donde las gaviotas buscan presas en el limo y los restos de antiguos pilones salen a la superficie como dientes podridos". "Mis párpados aletean como alas de polillas sobre vidrio mojado". ¿A que es agradable encontrar a un autor con este gusto por la frase y las imágenes y que escriba novela negra?

Miguel Mena: Entrevista

Siguiendo la senda iniciada por Miguel Ángel Muñoz en su blog " El síndrome Chéjov", también aquí inserto una entrevista. Después de saber sobre la novela, vamos a saber algo más sobre el autor. Gracias, Miguel, y espero que la novela siga reportándote muchas alegrías.

1.- Es tu primera novela negra. ¿Por qué te planteaste abordar el género?
En realidad no me planteé escribir una novela negra, pensaba en una novela de personajes, de sentimientos contradictorios, de emociones fuertes, y como telón de fondo los días más duros de la Transición. El hecho de que eligiera el secuestro de Quini como hilo conductor fue lo que me arrastró hacia algo parecido a la novela negra, aunque yo no me atrevo a etiquetarla.2.- ¿Qué libros o qué autores del género te influyeron o te ayudaron en la escritura de la novela?
Una vez acabada la novela pensé que me habían influido mis lecturas de Graham Greene. Leí mucho a Greene en mi juventud, aunque hace años que no he vuelto a él. Me parece que el protagonista de “Días sin tregua” tiene algo de los personajes de Greene, un ser atormentado, con dos caras, valiente para luchar por la democracia pero cobarde para afrontar sus desgracias familiares, con una mezcla de rabia y sentimiento de culpabilidad, incluso con un cierto fatalismo.
3.- ¿Has pensado escribir otra novela con el personaje protagonista, el policía, tan logrado?
Nunca se me pasó por la cabeza que este personaje tuviera continuidad. Ahora me lo piden algunas personas, pero sigo sin verlo fuera de otra historia que no sea “Días sin tregua”.4.- ¿Te ha resultado dura la labor de documentación?
Soy un ratón de hemeroteca. Me encanta leer periódicos antiguos; en ese sentido, disfruté de los días que pasé en las hemerotecas de Zaragoza y de Barcelona documentándome para la novela. Sin embargo, he de reconocer que me resultó desalentador recordar las tensiones y las muertes que presidían las noticias de aquella época. Los periódicos de principios de 1981 son una continua sucesión de desgracias. No se atisbaba ni un resquicio para el optimismo.5.-La estructura es sabia y hay un narrador de tercera y otro de primera persona: ¿te costó cambiar de uno a otro mientras la escribías?
La alternancia de dos narradores me salió de forma natural. Lo concebí como una especie de “zapping” que iba de lo que vivía el narrador principal a asomarse al agujero donde estaba el secuestrado y, ocasionalmente, a los sentimientos de la esposa del protagonista.6.-La transición. ¿Cómo la viviste tú? ¿Te defrauda, vista ahora en perspectiva?
Viví la Transición con una mezcla de esperanza y angustia. En el 76 ingresé en la Universidad, en el 78 cometí el error de hacer la mili como voluntario para quedarme cerca de casa. Viví el ambiente de cambio de la Universidad y el ambiente enrarecido de los cuarteles, en una época en la que ETA mataba a muchos oficiales. Recuerdo a los militares siempre con “El Alcázar” y con “El Imparcial”, dos periódicos que incitaban al golpismo, pero también recuerdo a un capitán que llevaba siempre a la vista “El País”. Él me inspiró para el personaje de Mainar, un liberal rodeado de involucionistas. Lo que me sorprende con el paso del tiempo es que todavía se hable de “una transición modélica”. A mí me parece bastante dramática. No fue precisamente un cuento de hadas.7.-Háblanos de esa escena fundamental que es la de la niña disminuida con la pistola.
Tengo un hijo disminuido psíquico, con Síndrome de Angelman, una extraña malformación genética. Es un niño encantador, un auténtico ángel, pero el descubrimiento de su minusvalía, al año de su nacimiento, fue una tragedia. Por entonces me dejaron un libro para familias de discapacitados, una especie de manual para asimilar el golpe. Allí, entre otras cosas, se decía que, al enfrentarse a una minusvalía, en los instantes de desconcierto, era un sentimiento frecuente entre los padres el desear la muerte de sus hijos y además sentir una enorme culpabilidad por pensarlo. Esa reflexión me impactó y es la que he trasladado a esa escena en que la niña juega con la pistola y Mainar tiene un instante de duda.8.-Hay un cierto costumbrismo en la novela que me parece necesario y caracterizador. ¿Es algo a lo que has recurrido en otras novelas que has escrito?
Me preocupaba que la novela estuviera bien ambientada, que los coches o las ropas o los programas de televisión que se citaran fueran exactamente los de la época. Quería ser riguroso sin ser exhaustivo, que los detalles de actualidad se colaran en la acción sin frenarla, sin alardes documentales. Espero haberlo logrado, pero eso lo tienen que decir los lectores.9.- ¿Qué imagen, una sola, sintetiza en tu mente esta novela?
La imagen del texto que más recuerdo es sin duda la de la niña jugando con la pistola, pero tengo también una imagen no concreta que para mí es como el espíritu de la novela: una sensación de pena que sin embargo abre una pequeña ventana a la esperanza.10.-¿Cómo crees que podrá ser acogida, leída en otro país?
No tengo ni idea. Hasta el momento sólo conozco la opinión de una hispanista polaca a quien le ha entusiasmado, pero no es una opinión válida por tratarse de una especialista en nuestro país.11.- ¿Piensas escribir más novelas con ingredientes de la serie negra?
No de inmediato. Escribo las historias que se me meten en la cabeza, que se apoderan de mí y a las que doy vueltas durante meses o años. No soy un teórico de géneros ni estilos. Escribo lo que me sale. Mi trabajo es la radio y escribo por placer, es un pequeño veneno que no puedo evitar. Creo que mis libros son muy diferentes entre sí, aunque casi todas las novelas tienen en común un punto de intriga, a veces con humor, a veces con dolor.12.- Por curiosidad, ¿has conocido a Quini?
Mientras escribía la novela no me atreví a contactar con él. Pensé que era algo que no quería recordar y que intentaría disuadirme de la idea. Cuando gané el Premio Málaga me llamaron desde diferentes medios asturianos y conocí la sorpresa de Quini y sus deseos de leer la novela. Contacté con él, la editorial le mandó las últimas pruebas de imprenta, un mes antes de publicarse el libro, y Quini quedó entusiasmado. El 27 de abril presentamos la novela en El Corte Inglés de Gijón y allí nos conocimos en persona. Me arropó y no se cansó de recomendar el libro a todo el mundo. Es un hombre encantador. Muy cariñoso.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( y 10 )

Se merece este libro las diez entradas porque es una novela de gran valor, bien estructurada, mejor escrita. Abordar una época convulsa no es fácil, tomar partido y señalar al enemigo no es fácil, crear personajes creíbles de esa época no es fácil. Por un lado está el secuestro de Enrique Castro, "Quini", futbolista del Barça. Le vemos encerrado en un lugar estrecho, maloliente, desagradable, donde sufre sin poder ser más que algo parecido a un persona. Por otro lado están los secuestradores, sin nombre, a los que vemos cerca de Quini siempre, planeando o llevándole alguna cosa, innominados porque son sólo secuestradores hasta el final, cuando nos enteramos de qué profesiones tenían, qué les había impulsado a planear y llevar a cabo un secuestro: explicación convincente que también refleja el sentir de la época ( o, mejor, el padecer de la época). Por otro, el policía que participa en la investigación, creíble, nada heróico, muy bien caracterizado con su talante y su mentalidad abiertos pero que cae en contradicciones que le impulsan a cometer actos violentos. Nada es casual en la novela, nada sobra. Los momentos en que un narrador de tercera persona cuenta lo que no ha visto el policía están perfectamente engarzados, esta otra voz es fundamental en el avance de la historia. Recordar a los muertos de ETA, el golpe de estado de Tejero, lo que se cocía entre los militares, lo que se vivía en las comisarías de policía e integrarlo todo en una sola historia no era nada fácil, porque la selección de material, la elección del punto de vista, la manera de presentar los hechos para provocar unas u otras emociones ponen a la vista de inmediato la pericia del escritor, los mimbres con que se ha construido la trama. Mena ha utilizado todos los materiales de forma soberbia, ejemplar, y creo que "Días sin tregua" se merece el reconocimiento que sólo premios como el de la Crítica o el Nacional pueden otorgar. Esta novela perdurará, es una joya, un manual para jóvenes escritores, un clásico instantáneo de la novela negra española, a la altura de las que dedica a su personaje Toni Romano el autor que sin duda mejor ha hincado los dientes en esa época llamada de la transición: Juan Madrid. Estamos de enhorabuena. Estamos ante una de las mejores novelas del año. 

Miguel Mena: "Días sin tregua" (9 ). Leer novelas de un tirón.

No lo hago jamás. Aunque sólo tenga la novela ochenta páginas. No me dejo llevar ciego por el argumento. Si lo hago, malo. Mena toca temas interesantes que permiten parar, ir a beberse un vaso de agua - o de cerveza - y volver: mientras tanto, puedes pensar, meditar sobre los temas que propone. Claro que hay quien se lee las novelas de un tirón y luego las relee: otra manera. Yo, a veces, como en la página de la niña disminuida, me quedo parado, como un fotograma en medio de otros dos. Tengo que levantarme, andar, pensar, comparar con mis experiencias, mis pensamientos. Y después vuelvo a leer. Me pasa igual con Juan Madrid, con Onetti, con Ross Macdonald, con Vázquez Montalbán, con Walter Mosley, con Robert B. Parker. Sé que la narrativa de género precisa de un ritmo ágil, de una historia que enganche, pero admiro a estos escritores que, además de eso, nos premian dándonos lo otro. Me gusta la literatura, pero no como simple evasión. Mis novelistas preferidos no sólo son escritores, acaban por convertirse en amigos ( aunque nunca los conozca ) e influyen en mi vida tanto como las personas que me rodean.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 8 ). Niños disminuidos.

Una página sobrecogedora: la hija del policía, una niña disminuida, coge la pistola del padre y se la acerca a la cara. La narración del policía refleja sus más ocultos miedos y sus más ocultos pensamientos, que no están lejos de llevarle a desear que pueda dispararse accidentalmente el arma. Las líneas encogen el ánimo no por lo que ocurre sino por la sinceridad con que se vuelcan los padecimientos y las frustraciones de ese padre. Hace un par de años triunfó "Mar adentro", película valiente y que trataba un tema de los que suelen soslayarse, obviarse, ya que cualquier opinión retrata crudamente al que la emite. La página a que me refiero de "Días sin tregua" posee además el doble valor de que ha sido escrita por alguien que en su vida conoce perfectamente el problema: Mena tiene un hijo disminuido. Sí, amigos, éste el tipo de novela negra que reclamaba yo: no sólo de policías, disparos, sectas, asesinos y drogadictos, prostitutas y el mundo de la noche. La novela negra puede abordar cualquier asunto. Mena da una lección.

Miguel Mena: "Días sin tregua " ( 7 ). Escritores que saben nombrar.

Admiro a los escritores que saben nombrar lo que uno ha visto y no ha acertado más que a definirlo íntimamente con una sensación. Escribe Mena: " Así hemos aterrizado en este sitio un tanto impersonal, un bar de bocadillos y platos combinados, donde el televisor domina todas las conversaciones, donde la clientela viene y va de las oficinas cercanas, donde se come, se paga y se desaparece sin que el menú deje un gusto especial, sin que la cuenta vacíe la cartera y sin que apetezca estar allí dentro más tiempo que el justo para reponer fuerzas." Unas cuantas líneas que han puesto palabras a lo que no era más que una sensación, varias ideas sueltas. Sin duda éste es uno de los grandes valores de la literatura: su poder para evocar, nombrar.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 6 ). El ajuar del rehén.

Mena es un buen escritor. Entra en el género y narra desde dentro, pero no deja de lado sus ambiciones creativas. Hay un pasaje memorable, dedicado a las cosas que acompañan al secuestrado en su cubículo: el ajuar del rehén. Dice el narrador que esas cosas caben "En un saquito pequeño, del tamaño de una bolsa de basura." Y son: el cubo que sirve de letrina, el cubo de basura, la palangana, una pastilla de jabón Palmolive, un tubo de dentífrico Licor del Polo, un cepillo de dientes, un frasco de colonia Varón Dandy, una botella de plástico con agua del grifo, un par de revistas de pasatiempos, un bolígrafo, una baraja y un ajedrez. Mena lo cuenta de manera distanciada, pero en estas líneas la emoción está en las cosas enumeradas, no en el tono con que se narra. Lees, te imaginas allí dentro y te sientes ese rehén y se te hace un nudo en la garganta.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 5 )

Me parece un acierto que el personaje principal, policía sin inclinaciones fascistas, pierda los nervios y coja por el cuello a un posible sospechoso y le apunte con su pistola para obligarle a decir verdades que acaso sólo están en la mente del propio policía: de esta manera revela que la violencia es connatural a ciertas profesiones, a ciertos individuos en ciertas situaciones y muestra al protagonista haciendo algo de lo que luego tiene lugar de arrepentirse.

Miguel Mena: "Días sin tregua " ( 4 )

La novela discurre por unos paisajes urbanos reconocibles, por un paisanaje humano también reconocible, cercano. Hay algo de costumbrismo en los momentos que pasa el policía con su mujer y la familia de ella, cuyo padre es militar. Un costumbrismo que me recuerda - también la voz narradora - un poco a ciertos pasajes de las novelas de Lorenzo Silva. Un costumbrismo que veo positivo y enriquecedor, ya que se trata de una novela negra de época y los pequeños detalles sirven para caracterizar y definir mejor a los personajes y la época retratada. Es un acierto estructural que aparezcan intercalados pasajes en que Mena se imagina qué hacían los secuestradores y el futbolista secuestrado en el espacio que compartieron durante los días que duró el secuestro. La prosa, con ocasionales repeticiones de palabras, también ayuda a dotar de una cadencia interesante el desarrollo de la trama.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 3 )

La novela se presta a meditaciones que a veces pueden parecer un poco pasadas pero que sirven para reflejar algo más: " Es duro vivir en un país donde tanto abunda el ´si no estás conmigo, estás contra mí´. Es duro que por no ser facha te consideren amigo de los terroristas. Es duro que por perseguir a los terroristas te llamen facha". Sirven para reflejar nuestro presente más inmediato.

Miguel Mena: "Días sin tregua" ( 2 ). Secuestrados.

1981. Hace poco, Tejero intentó dar un golpe de estado. Han secuestrado a Quini, futbolista del Fútbol Club Barcelona. El caso le es asignado a Mainar, inspector casado con la secretaria de un general del Alto Estado Mayor. Mainar piensa en los secuestrados: " ... un secuestrado es un muerto en vida". Cuando alguien es secuestrado, algunos rezan para que vuelva, otros para que no lo maten, otros pierden pronto la esperanza y algunos, calladamente, ajustan cuentas íntimas con él, se imaginan que sufre, que no puede escapar, que lo maltratan, que muere cruelmente. El secuestrado está solo, siente temor y el tiempo que pasa le martiriza y le ahoga. El secuestrado sueña con su libertad y cuando pasa demasiado tiempo empieza a tener pesadillas y se imagina encerrado para siempre en un túnel, en un agujero oscuro del que no se puede salir.

Miguel Mena: " Días sin tregua". Inicio de una novela.

Las primeras líneas de una novela lo dicen todo del novelista, más que de la propia novela. Su capacidad para fabular, para meternos de lleno ya en la historia. Los letraheridos coleccionan inicios y frases sueltas. Que tomen nota, por favor. Así empieza esta novela: " Lo mejor de morir asesinado por la espalda es que no ves venir a la muerte ni contemplas la cara del asesino y eso siempre te deja un instante para soñar. Quiero creer en ello porque en este país del sobresalto y el tiro en la nuca debe de haber una bala reservada para mí, como cualquier policía, aunque yo tengo que protegerme de los terroristas y también de esos compañeros que en los últimos días se muestran inquietos y rabiosos, con ganas de ajustar cuentas contra todo lo que huela a libertad." Desde que leí la primera línea de Beltenebros, de Antonio Muñoz Molina ("Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca".), no había vuelto a leer un inicio de novela española tan destacable, tan memorable.

Novela negra inédita, que nadie quiere publicar.

Me imagino una novela negra, escrita por un autor español, en la que se critica razonadamente ciertos comportamientos policiales, ciertos comportamientos políticos, ciertos comportamientos con los inmigrantes, en que se aborda el tema de los malos tratos, llevada adelante con una prosa muy cuidada y más propia del género novela a secas, que interrumpe la intriga para intercalar un capítulo en el que hay un monólogo de otro personaje que no es el narrador, que ofrece otro capítulo en que la trama avanza a lomos de un monólogo interior hermano del fluir de conciencia, que retrata a personas y no estereotipos literarios, que no ofrece respuestas sino que plantea preguntas... y me imagino que ningún editor se atrevería a publicarla, a creer en ella, a defenderla, porque, amigos, ¿para qué defender la cultura, la literatura, la innovación, la crítica, la introspección? Si podemos seguir dando productos manufacturados que venderán mil ejemplares y nos harán sentirnos editores de nombre y hecho, ¿ por qué pensar que vivimos en el siglo XXI, que la novela negra no puede ser un bordado de retales, una manufactura, que un libro puede tener trascendencia? El sistema los cría y ellos se juntan, dice mi amigo Raimundo. Se juntan, crían y se perpetúan. Por eso no te publican la novela, amigo, por eso te la rechazan, por eso se cierne sobre ella el silencio y se queda en tu casa, dudas de tu valía y de haber sido valiente y no dedicarte a escribir un churrito más, por eso dudas si merece la pena seguir escribiendo para que te rechacen editoriales que están en manos de ejecutivos y no de amantes de la literatura. Es muy duro, amigo. Sólo te pido que no te vendas, que no te olvides, que no cambies. Acaso tu novela nunca se publique, acaso nunca llegues a ser un escritor, amigo Raimundo, pero te aseguro que vales más que todos ellos juntos, que tu novela es buena y deberían de pelearse por publicarla, por presentarla, por hablar de ella. Lo dijo John Kennedy Toole antes que yo, amigo, es la conjura de los necios.

Novela negra actual

Tristes aquellos autores que quieren vivir de escribir novela negra y escriben sólo copiando, sólo mimetizando a los clásicos estadounidenses y se olvidan de que estamos en el siglo XXI; de que hay una sociedad con otras caras y aún por explicar y narrar; de que hay unas técnicas que popularizaron James Joyce, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, y están para ser tenidas en cuenta; de que al lector hay que tratarle como a un adulto y no bajar la intensidad creativa a cambio de aumentar la intensidad narrativa; de que hay una historia de la literatura y una historia de la novela negra y de que nada se empieza sin conocer las bases, sin leer a los clásicos, sin empezar por copiarles para lograr más tarde tener un estilo propio. Tristes autores que crean para un mercado hipercapitalista y no para los lectores, para la posteridad, y no saben que les pasará lo mismo que a esos cantantes a los que crea y destruye la industria tras publicar sólo un disco, acaso dos.

Juan Madrid y la novela negra

Cuando empieza a haber de nuevo colecciones de novela negra en España, secciones, librerías, aficionados que reconocen serlo sin rubor, blogs, webs, cuando se le llama novela negra al producto porque así se le prestigia, cabe recordar que, en 1983, Juan Madrid se quejaba de que había otra cosa parecida, "Pero lo que hay no es un retrato crudo, verídico, real de la sociedad de nuestro tiempo, que es lo que yo pretendo hacer".

Sólo matan a su dueño ( They only kill their masters )

No es una gran película, ya que tiene ese aroma a telefilme que desprenden todas y cada una de sus imágenes. Hay una investigación por asesinato - el de una mujer embarazada a la que le ha mordido insistentemente su perro - y una resolución clásica, llevada a cabo por un policía muy inteligente. Si la reseño aquí es porque los actores secundarios se merecen un recuerdo: Hal Holbrook, Harry Guardino, June Allyson (fallecida hace unos días: una de las actrices a las que más quise cuando yo era un muchacho), Peter Lawford, Edmond O´Brien, Ann Rutherford. Protagonizan James Garner y Katharine Ross. Un ejercicio de nostalgia, diréis. Y con mucha razón: hay películas que uno las ve de la misma manera en que vuelve la vista atrás y se contempla en el recuerdo a sí mismo con menos años.

Walter Mosley: "Muerte escarlata " ( y 6 )

Una novela de gran calidad. Con una prosa que pocas veces encontraremos en la novela negra, medida, lírica a ratos, sin frases superficiales ni de relleno, pendiente de la historia y también del sentir de los personajes. Como autor inteligente, Mosley revela y, a la vez, deja sumergida una parte importante y muy interesante de la novela para que el lector participe, se involucre, quiera saber más. El personaje principal, el investigador Esasy Rawlins, es un personaje enteramente creíble y no está hecho de una pieza, sino que muestra contradicciones, como su comportamiento con las mujeres y su familia por un lado y otro comportamiento muy distinto en la calle, en los momentos de violencia. La trama nos lleva detrás de un asesino de mujeres negras y vamos sabiendo de él y de sus motivaciones sin observarlo nunca directamente, sino a través de los ojos y las palabras de quienes le conocieron y le amaron. Sabremos por qué mata y sabremos por qué no puede parar de matar. Pero no es ésta una novela centrada en la caza de un asesino. Hay muchos personajes secundarios que pueblan y dan vida a la historia, la llenan de veracidad. Veremos a una mujer que ama a un hombre pero no lo tiene para ella, veremos qué decide hacer. Veremos a un amigo de Easy aprovechando la ocasión - los disturbios raciales en Los Ángeles - para lucrarse en tiempos revueltos. Todo ello integrado en la trama sin que aparezcan flecos, sin que nos resulte algo así como sabores añadidos. Con el trasfondo de unos hecho históricos, Mosley nos presenta una novela en la que los de a pie son importantes, los que sufren son importantes, los que contamos uno a uno son importantes al lado de los que son contados de cien en cien. Tengo la sensación de estar antes una novela de una calidad mayor a la que suele atribuírsele, una novela memorable que quedará en la historia de la literatura, y me alegra que Mosley la haya llevado al terreno de lo negro, de lo policíaco. He leído a alguien que afirmaba que Mosley es el más grande autor de novela negra desde Ross Macdonald, el cuarto hombre de la gran lista. Ese alguien quizá no se equivocaba. Recomendad esta novela. A los que leen mucho y a los que leen poco. A los que leen novela negra y a los que no la leen. A cualquiera. No defraudará a nadie.

Walter Mosley: "Muerte escarlata " ( 5 )

Leed esta novela: enseña a mirar.

La huella de un recuerdo ( The locket )

No es una película del género negro sólo porque no hay una investigación al uso y porque está contada desde un punto de vista en el que no hay lugar para los policías sino para las relaciones personales, para los personajes vistos desde muy cerca, pero yo la adscribiría al género porque el proceso de búsqueda y conformación de los actos delictivos delatan la trama criminal. Hay una escena, con Robert Mitchum junto a una gran ventana muy iluminada, por la que se arrojará poco después, que ofrece una imagen portentosa e inolvidable. Hay una mujer mala que no sabe que es mala, que roba y mata. Hay un hombre enamorado que se suicida porque su conciencia lo empuja al vacío. Hay un psicoanalista enamorado y una fotografía en blanco y negro magistral. ¿Estará editada en dvd? Ni idea. Pero para esto se crearon los canales temáticos y es una razón para abonarse: yo la he visto en Cinemanía clásico. Lástima que TVE2 no dé películas de este tipo a las diez de la noche, cualquier día - o todos los días -, en una programación sin cortes. Eso sí sería un buen servicio público.

Walter Mosley: Muerte escarlata ( 4 ). La pobreza.

Hay temas que ya no se tratan sino de manera sensacionalista, para mostrarlos con morbo. Así se les quita interés, vigencia, así se los empequeñece y se los convierte en algo trivial. Mosley trata en su novela un tema fundamental aún en nuestro tiempo, aún en nuestras sociedades bienpensantes que esconden lo que no gusta y luego lo muestran con sucios y vivos colores y con un tremendismo que anula la fuerza de la denuncia e impide la concienciación. Mosley trata el tema de la pobreza desde dentro, sin provocarnos pena superficial ni asco superficial. " Sus ropas tendían al gris, no importaba de qué color habían sido originalmente, y tenían los hombros inclinados hacia delante por el casi metafórico peso de la pobreza". "Los guetos de Los Ángeles eran distintos de cualquier otro barrio negro que hubiera visto antes. Las avenidas y los bulevares eran amplios y estaban bien pavimentados. Incluso en las calles más pobres había casas con jardín y agua corriente para mantener verde el césped. Había palmeras casi en cada manzana, y una línea de coches privados corría junto a las aceras residenciales. Todas las casas tenían electricidad con la que ver y gas natural con el que cocinar. En todas las casas había televisores, radios, lavadoras y secadoras... La pobreza tomaba un nuevo cariz en Los Ángeles. Quien observara desde el exterior podría pensar que se trataba de una comunidad econónicamente pujante. Pero aquella gente seguía acorralada, excluida, mal representada en todo, desde el Congreso a las pantallas de cine, de los clubes campestres a las universidades". ¿Los pobres? ¿Sólo los pobres?

Syd Barret

No tiene nada que ver con la novela negra ni con el cine negro, pero como, al fin y al cabo, esto es un diario de lecturas, de los momentos dedicados a ver películas y también a oír música, no puedo pasar por alto que hoy se ha dado a conocer que uno de los fundadores de Pink Floyd ha muerto. Tenía sesenta años. Valga este pequeño espacio como recuerdo. La noticia entera podéis leerla en el diario El País (elpais.es).

Walter Mosley: " Muerte escarlata " ( 3 )

Me fascinan los escritores de frase larga, elaborada, con ritmo y con una voz propia. Pero más aún me fascinan los escritores de frase corta, exacta, descriptiva pese a la economía de palabras. Admiro, por tanto, a Ross Macdonald por encima de cualquier otro escritor de novela negra. Y leyendo a Mosley he hallado varios momentos en que creo que se percibe la influencia de Macdonald. Como ejemplo: "Nos dimos la mano y les pasé unos cigarrillos. Fumamos y hablamos de las calles. Mentí. Ellos mintieron. Todos reímos. Y poco a poco me acostumbré al calor y a la luz eléctrica, al olor y a la desesperanza". Están en un albergue donde se refugian los pobres, hay mal olor y hay tristeza y hay un manifiesto abandono de la alegría. ¿Se puede decir más con menos? Esta forma de escribir es tan exacta que a veces resulta casi hipnótica.

Walter Mosley: "Muerte escarlata" ( 2 )

Mosley aporta realismo a la novela negra. Es importante el peso del pasado, de lo que en años anteriores les ocurrió a los personajes, pero más lo es la manera de estar dentro de la novela, del mundo de esta novela. La literatura estadounidense tiene una ventaja en este sentido: con mucha naturalidad, los personajes comen, duermen, pasean, suben y bajan de los coches, porque aquellos escritores tienen una visión de las cosas muy pegada a lo que ven, hacen y sienten. En ciertas literaturas se tiende más a la abstracción y se rechaza el naturalismo y el realismo como si fueran elementos de una categoría inferior. Esto puede llevar a que las novelas sean de gran calidad literaria pero estén lejos de crear personajes creíbles y, lo que es peor, memorables. Mosley dota a su personaje, Easy Rawlins, de unos rasgos que lo hacen creíble y vivo, y además crea unos personajes secundarios que también tienen vida propia, algo difícil de lograr en una o dos páginas. Así, la historia no es simplemente un relato detectivesco, sino un viaje por una época - ese año 1965, en que los negros se rebelaron y hubo disturbios y protestas y muertos - y también por su paisaje humano.

Walter Mosley: " Muerte escarlata"

Los Ángeles, 1965. Un negro no puede caminar por los barrios de los blancos, no puede estar cerca de ellos, no puede ni mirarlos a la cara. Para los policías, un negro es un delincuente o un delincuente en potencia, alguien a quien llaman "chico". Hay disturbios, 33 muertos. Y el muerto que hace el número 34 es una negra a la que quizá haya matado un blanco. La policía lo calla y le encarga el caso a un detective privado sin licencia, Easy Rawlins, que tiene dos hijos adoptivos, un mejicano al que le ha permitido dejar los estudios para que trabaje y se dedique a la pesca, una niña de 9 años de "raza negra americana: es decir, negro mezclado con algo más". Cuando Rawlins ve a la muerta dice que "Lo que me llamó la atención fue el hilillo de sangre roja que partía de algún lugar de su labio, pasaba por sus dientes y bajaba goteando por su mejilla. Era como si al morir sus labios hubieran susurrado secretos de color bermellón", los que ahora se encargará él de descubrir.

Semana Negra

Hace dos días que empezó, en Gijón, como siempre, la Semana Negra que comanda Paco Ignacio Taibo II, creador del detective Belascoarán. La guerra civil española y la ciencia ficción tienen cosas que decir también este año. Es la cita obligada a la que peregrinan los entusiastas, que son muchísimos. ¿No podéis ir? Bueno. A la derecha tenéis un enlace.

Michael Connelly: "El vuelo del ángel" ( y 5 )

Ésta es una verdadera novela negra: habla de la corrupción, de los excesos, de los secretos, de las verdades oficiales, de los policías y de los delincuentes, también de algunos policías que son policías y, a la vez, delincuentes. Connelly es un seguidor de los clásicos del género, ha creado un personaje memorable y no ha incurrido en el defecto de tantos otros autores de la actualidad, que ofrecen mucha forma y poco, poquísimo fondo. Connelly es un autor que parte de premisas, de ideas - de una ideología, incluso, por decirlo claramente - y que articula su narración de manera que lo que pretende decir quede claro y bien expuesto, sin tapujos y sin indefiniciones. No hay aquí tópicos que cansen ni giros artificiosos que capten la mirada durante un rato para luego saturarla y dejarla cansada, aburrida. Es de admirar que Connelly tenga las ideas claras, sepa lo que quiere contar y no dé rodeos, no abuse de los hallazgos ni de las caracterizaciones. Al final, sentimos que la soledad de su policía, de ese Harry Bosch desengañado y dolido, también puede ser la nuestra, aunque no seamos policías y sí sólo lectores.

Revista Axxón

Hecha en Argentina, trata un género que algunos lectores alternan con el nuestro: la ciencia ficción. Colaboradores con calidad, selección interesante y prestigio conseguido a lo largo de los años. Visitadla. Sólo tenéis que clicar en el enlace de la derecha.

Michael Connelly: El vuelo del ángel ( 4 )

"Mientras atravesaba Laurel Canyon no dejó de pensar en el hombre que había visto en el vestidor y en los desesperados intentos de éste por ocultar sus rostro para que no descubrieran su identidad. Después de tantos años de trabajar en homicidios, a Bosch ya no le sorprendían los horrores que unas personas perpetraban contra otras. Pero los horrores que algunos se reservaban para sí mismos, eso era otra historia".
Lo cual me lleva a pensar en los suicidas, en los que aman el dolor - masoquistas, como el personaje al que está dedicado el párrafo de arriba -, en los que aman lo negro. Esa estética y ese deseo de vivir en lo oscuro, lo dañino, es muy propia también de nuestra deshumanizada época, en que los valores humanos no cotizan sino a la baja. La peor enfermedad que acecha al hombre, y que seguramente lo horrorizará en el presente siglo, es la depresión. Cosificados, reducidos a números, los hombres sufren y cuando no vuelven su ira contra el prójimo, la vuelven contra sí mismos. Esa horrible ira, destructiva y terrible del que se mata y quiere dejar un mensaje claro que advierte de que le hemos tratado mal, irreparablemente mal.

Michael Connelly: El vuelo del ángel ( 3 )

"- La gente cambia.
- Es cierto- asintió Bosch-. Pero no en el fondo".
Comparto esa opinión de Bosch. Cambiamos a lo largo de nuestras vidas, pero en el fondo seguimos siendo los mismos. Nos afectan los asuntos exteriores, los sinsabores y las alegrías con que nos topamos, pero no cambiamos sustancialmente. Falta de voluntad, incapacidad, no sé, pero creo que incluso los que nunca amaron a Dios y de repente se convierten y lo aman albergan dudas en su interior por siempre. Y viceversa. Cuando un policía investiga a un sospechoso creo que se deja llevar por esta lógica y a veces puede confundirse, pero si da con las claves interiores, llega al centro de la personalidad de alguien, las derivaciones y vericuetos serán sólo accidentes en el camino.

Michael Connelly: El vuelo del ángel ( 2 )

Cada uno tenemos nuestra droga. Le dice su esposa a Harry Bosch que así es: " ¿Recuerdas lo que sientes cuando empiezas la investigación de un nuevo caso? ¿Recuerdas ese cosquilleo que te produce la caza? Pues yo ya no lo siento." Ella ha sido agente del FBI, pero ahora se dedica a jugar a las cartas. " Pues yo ya no lo siento. La sensación más parecida es la que me produce el recoger esas cinco cartas de la mesa y ver lo que tengo. Es díficil de explicar y más aún de comprender, pero me hace sentir viva de nuevo. Todos estamos enganchados a alguna droga, Harry. Yo quisiera estar enganchada a la tuya, pero no es así." La droga del trabajo, del juego, del amor, incluso alguno diría que de la vida. La droga de vivir fuerte, apostando fuerte, sólo cerca de las sensaciones fuertes.

Michael Connelly: "El vuelo del ángel"

Descrita en la contraportada como "novela policíaca existencialista", tiene un ritmo ágil, una prosa sin alardes, funcional, y hay en ella muchas frases hechas, algo que en principio detesto. Sin embargo, Connelly utiliza un tono muy adecuado para hacer más creíble lo que cuenta, para no encharcarlo de gravedad con frases largas y palabras selectas. Es como si le hablara al lector tuteándolo y desde cerca, sin altanería ni engolamiento, con la voz confiada de un amigo que cuenta una historia una tarde en que estamos tirados en el sofá, bebiéndonos un licor frío. Así creo que quiere Connelly que nos llegue la historia que nos narra.

Robert B. Parker: Ceremonia ( y 4 )

Quizá notéis a veces un tono melancólico en mis escritos. Es posible. Dedico muchas entradas a novelas de un tiempo algo pasado. Pero no las releo. Las leo ahora. A pesar de conocer bien el género, no lo he leído todo, menos mal. "Ceremonia" es una de esas novelas que me llenan de alegría y de melancolía también. Editada en 1988. No creo que se editen hoy en día novelas como ésta. Si miráis catálogos de editoriales que publican novela negra veréis que publican los típicos best sellers, triunfadores en los Estados Unidos pero con poco o ningún calado en nuestra sociedad española. Apuestan por el caballo ganador... extranjero, estereotipado. Y no conectan con el público lector de aquí. No tienen a ningún Robert B. Parker, a ningún Roger L. Simon, ni siquiera a un Connelly, a ningún nuevo autor español . La melancolía me puede cuando pienso en lo que tantas editoriales dejan sin editar. ¿Cuándo se publicó la última novela de Spenser en nuestro país? Pues bien: "Ceremonia", una novela memorable, la editó Alianza y espero que la reedite. Trata el tema de la prostitución con una libertad, una profundidad y una madurez de la que no pueden hacer gala casi ninguna novela negra actual. El espíritu libre, contestatario, original y humano de escritores como Parker escasea tanto - dentro y fuera del género - que recuperar su obra debería de ser una tarea inaplazable. Parker no da gato por liebre, como ocurre con tantos autores que viven del género. Parker vive en el género, sabe de qué escribe y para quién escribe, ofrece algunas respuestas y muchas preguntas. Creo que en España el autor que se le parece más es Andreu Martín, atrevido, inconformista, crítico, prolífico sin repetir modelos y sin escribir con el piloto automático puesto. "Ceremonia" tiene 196 páginas y en ella se habla de la prostitución juvenil, la adolescencia, la perversidad, el abuso, el cinismo, la amistad, el amor, el desamor, las relaciones paterno-filiales, el sistema educativo, la corrupción, las creencias y el descreimiento. ¿Quién da más? Claro que me embarga la melancolía: Parker es un escritor de otro tiempo - aunque acaba de publicar otra novela con Spenser dentro, en su país - y con uan vocación y unos intereses de otro tiempo, con una mentalidad creativa de otro tiempo. Cualquier tiempo pasado no fue mejor, algunos escritores del pasado sí lo fueron y lo siguen siendo.

La Balacera

Cada mañana enciendo el ordenador y voy a Mis Favoritos. La Balacera es parada obligada. No pocas veces me entero de que se ha publicado tal libro, de que en una entrevista se habla de un autor o una novela. Apunto en un papelito el título y salgo corriendo a la librería. Es como el periódico de los novelistas que escriben sobre nuestro género preferido. Es como un periódico, idela para el lector que quiere estar bien informado. ¿Qué dirán hoy? No te vayas lejos. Mira a la derecha. Pincha en el enlace. Feliz lectura.

La gangsterera

No existe mejor revista para saber de qué va el mundo de la novela negra, qué novedades se presentan, qué libros merecen la pena. Entrevistan a autores como Julián Ibáñez o Andreu Martín, tienen artículos de imprimir y guardar, un "fondo" muy interesante si buscas saber algo sobre un autor o una obra en concreto. No tienes que ir muy lejos: pincha en el enlace que hay a la derecha y disfruta.

Robert B. Parker: Ceremonia ( 3 ). La prostitución.

La chica no quiere dejar la prostitución y Spenser debate con Susan qué hacer con ella, cómo ayudarla. Se le ocurre que, en vez de ejercer de la manera en que lo hace, con un chulo de baja estofa y recibiendo a diez o veinte clientes por noche, podría irse a una casa de categoría, con una madame, y seguir haciendo el trabajo que quiere pero recibiendo a un cliente por noche, no a tantos y tan poco selectos. No es una broma. No es una barbaridad, le aclara Spenser a Susan. Ella, psicóloga, se horroriza ante la idea y decide buscar ayuda de otro tipo, propone soluciones institucionales. Pero según va sopesando la idea bárbara de Spenser, y teniendo en cuenta que la chica no va a volver con sus padres y que no acepta el ambiente que reina en su pueblo - " La vida en Smithfield no resulta fácil salvo que uno sea prácticamente indistinguible de los demás habitantes" - y que quiere seguir ganándose la vida con su cuerpo, se da cuenta de que una cosa es lo que pensamos a priori y otra lo que la realidad nos tira a la cara. Spenser quiere ayudarla, dice, y no juzgarla. Y busca la salida que estima menos mala y la que tenga en cuenta el parecer - equivocado o no- de la chica. Decisiones adultas.

Robert B. Parker: Ceremonia ( 2 ). Prostitutas.

Conocemos algunas razones que llevan a determinadas mujeres a convertirse en prostitutas. Pero conocemos pocas razones que hacen que una mujer no abandone la prostitución y decida seguir en ella voluntariamente. En una conversación entre Spenser y Susan, piensan en voz alta y se dicen lo que se les ocurre tratando de entender por qué una chica de dieciséis años no quiere dejar de ser prostituta. Dice ella que a la chica lo que hace le vale para sentirse algo, aunque sólo sea una cosa. Por supuesto, se trata de un proceso deshumanizador. Y añade: " Pero quizá esa deshumanización es una especie de sedante para alguien que se odia a sí misma. Es una forma de desensibilizarse y, al mismo tiempo, todas las experiencias de una le dicen que el resto del mundo también es bastante siniestro." Lo cual la lleva a creer que no es tan mala, apunta Spenser. " De manera que a lo mejor una está mejor así", concluye Susan, que es psicóloga. Y yo, lector, cierro el libro por unos minutos, paseo, me digo que quizá tengan razón, quizá nunca me había planteado que a una chiquilla que se prostituye pudiera pasarle esto y no quisiera abandonar tan sórdido mundo porque sus sentimientos, miedos y anhelos recorren el camino del que hablan Susan y Spenser . Y sigo pensando durante un rato.

Robert B. Parker: Ceremonia

Abogo por las novelas breves. Ya se sabe que, si breve, dos veces bueno. Pero no porque no me guste leer novelas largas, sino porque creo que una novela de 500 páginas debe de tener una justificación muy buena. Creo que Mankell se excede y que a sus novelas les sobran páginas. Le ocurre a él y a otros muchos autores. La novela de Parker que os comento - y que desgraciadamente no encontraréis si no recurrís a Iberlibro, por ejemplo - es ejemplar en extensión, caracterización y exposición del tema. El primer capítulo empieza con una discusión en una casa: un matrimonio, Spenser - el detective privado - y su amada psicóloga Susan. El dueño de la casa, que se hizo rico vendiendo seguros, dice que le da igual que su hija se pierda por ahí, porque es una puta. La mujer trata de convencerlo para que contrate a Spenser y Susan explica por qué la chica anda sin timón por las calles de la ciudad. 5 páginas, amigos, y ya conocemos el caso, el talante de los personajes, el problema y cómo va a intentar Spenser solucionarlo. Los personajes han hablado y se han definido expresando sus opiniones, en cuatro frases, el narrador los ha descrito físicamente dedicándoles un párrafo a cada uno - incluso a Susan, en el capítulo siguiente-. Un prodigio. Esto es ir al grano, no servir muchísimos entrantes y luego dar poca comida. Cuando se tiene una historia por contar, se cuenta y se la adorna con lo que la historia exige, pero sin excesos que pretendan engordar el libro - ¿para venderlo más caro? - y el estilo del autor - ¿algunos creerán que son mejores escritores porque son capaces de publicar ladrillos llenos de letras? -. Una buena escena precisa de una mano con talento que la sirva con tiento y mostrando lo que quiere mostrar sin recargarlo, sin lucirse, sin decirnos a cada paso Qué listo soy, cómo domino esto. Algunas de las mejores novelas son breves - "El túnel", "La metamorfosis", "El corazón de las tinieblas" - y detrás de esa manera de hacer yo encuentro no parquedad sino claridad de ideas, decisión, ímpetu, necesidad de comunicar.