Émile Zola: El vientre de París / La conquista de Plassans (Alba Editorial)

El interés por los "temas modernos" llevaron a Zola a centrar en Les Halles, el Mercado Central de París, la acción de la tercera novela del ciclo de Los Rougon-Macquart: El vientre de París. En ella Lisa, una próspera Macquart, hospeda inopinadamente a su cuñado Florent, prófugo del penal de Cayena, convicto por sus actividades republicanas. Con La conquista de Plassans (1874), la cuarta novela del ciclo, Zola vuelve al lugar de origen de los Rougon-Macquart.





   Émile Zola es uno de los clásicos más vivos y la lectura de sus obras no produce extrañeza, sino feliz reconocimiento. Estas dos obras son dos magníficas recuperaciones que le debemos también a Alba y cuentan con muy cuidadas traducciones y conforman un volumen de calidad y belleza muy destacables. 


    Edita: Alba Editorial 

Iván Cerdán Bermúdez: Turbio




   TURBIO “El viaje es una oportunidad. La última”. Andreas inicia unos días de vacaciones en Marbella junto a Carmen, su compañera sentimental. Sin embargo, su escapada marcará un antes y un después. Allí tropezará con viejas rencillas familiares, antiguas relaciones y nuevos sentimientos. Salir a correr se convertirá en su válvula de escape en un mundo cada vez más asfixiante. Descubrirá que vivir es mucho más que estancarse en la rutina, que el pasado escuece y las heridas sangran.
   En Turbio, su primera novela, Iván Cerdán bebe de Cioran, de Philip Roth, de Sherlock Holmes, de James Bond. Y lo hace para crear un estilo propio y difícilmente clasificable, una historia que respira vida y realidad. Turbio es misterio. Y remordimientos. Y sexo. Y crimen. Y amor. Y sufrimiento. Y verdad. Y mentira.
   IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ nació en Madrid en 1976. Es licenciado en Derecho y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Ha realizado varios cortometrajes que han sido premiados  a nivel nacional e internacional. Colabora con el periódico ABC y su suplemento ABC Cultural realizando críticas literarias y cinematográficas. Codirige el blog de crítica La Carcoma. Publica regularmente relatos de ficción en diversas revistas literarias  de España y México. Ha impartido talleres de guion cinematográfico y documental y ha formado parte del elenco de profesores del Taller de Escritura de la UCM. Actualmente se encuentra en fase de preproducción de su primer largometraje, Por tu culpa aquí siempre es invierno y de dos obras de teatro, Los últimos días de Philip Seymour Hoffman y Maquinistas, junto a Rafael González. Turbio es su primera novela.


   

José Abad: Mario Bava. El cine de las tinieblas



Mario Bava nació en julio de 1914 -acaba de cumplirse el primer centenario de su nacimiento-, “enredado en tiras de celuloide”, según él mismo decía. Su padre, Eugenio Bava, fue uno de esos pioneros de la estirpe de George Méliès que ayudaron a convertir el espectáculo cinematográfico en una experiencia singular. 

Bava representa una forma de entender el Séptimo Arte ya extinta. Era un profesional que vivió de, para y por el cine. Empezó desde abajo, diseñando los títulos de crédito de películas de otros, y murió con las botas puestas, embarcado en proyectos que unas veces conseguía sacar a flote y otras no. 

Entre 1939 y 1960 fue operador, director de fotografía y técnico de efectos especiales para cineastas como Roberto Rossellini, Riccardo Freda o Pietro Francisci. En 1960 debutó como director en una película “de culto”: La máscara del demonio, piedra angular del cine gótico italiano y, en años sucesivos, dirigió La muchacha que sabía demasiado y Seis mujeres para el asesino, dos títulos que darían su forma definitiva al giallo. 

Su carrera como director coincide con un período de esplendor en la industria italiana, irrepetible. Firmó veinticinco largometrajes en los que, además de dirigir, participó en el guión, la fotografía o el montaje. Consagrado por entero al cine de género, Bava no hizo ascos a ninguno: cine de terror, péplum, thriller, western, ciencia ficción, etc. Se atrevió incluso con la adaptación de un cómic, Diabolik, cuando esta practica era más rara que común.