Asa Larsson: Cuando pase tu ira

   


   Soberbia novela, que ha pasado a ser una de mis preferidas apenas he acabado de leerla. Lo que tantas veces he reclamado está aquí: una novela negra bien escrita, muy bien escrita, en la que tienen cabida la sensibilidad al lado de la dureza, la ternura al lado de la violencia, la rapidez al lado de la pausa, con muchas imágenes y muchas frases memorables, muy aptas para la relectura y para la degustación a posteriori: una novela plenamente literaria, en la que hallamos una historia interesante y una escritura de alta calidad, desgranada en frases cortas y llenas de ritmo, de un gran sentido del equilibrio en el decir y en la manera de ir diciendo. 
   El inicio es magnífico, a dos voces, como un bello canto de lamento en el que nos habla -casi nada- una persona muerta, asesinada, que poco a poco se convierte en la narradora de tercera persona paseándose por los escenarios fríos y cálidos de esta sobresaliente novela nórdica. Como en Mientras agonizo, de Faulkner, la muerta habla libremente, se expresa sin asustar ni asustarse, con una saludable naturalidad. Aceptar este recurso puede parecer que será a través de un esfuerzo de la razón, pero no es así: el que quiera pensará mientras escucha su voz en una acertada meditación sobre el arte de narrar en tercera persona, quien solo siga la trama entenderá que esta voz es creíble, no un ardid, sino una noble plasmación de una jugosa perspectiva narrativa que otorga movimiento y avance muy significativos al texto, ese que sabe acoger buenas meditaciones sobre la ira, la mentira de la familia jerárquica, la soledad de los que no tienen quien los entienda y los quiera, la vigencia del secreto y la forzosa actuación para mantenerlo, aun recurriendo al asesinato.  
   El tono poético -a ratos, y no aislados- va acompañado de una sensibilidad afinada para captar y describir cosas pequeñas en pocas frases, con imágenes duraderas y que resultan cercanas y hasta vivificadoras, lo cual contrarresta con sabiduría la crudeza de la investigación policial y de los hechos que, arrancando en la segunda guerra mundial, dibujan a algunos seres crueles y abrazados al único calor de sus intereses particulares. Sí, es la voz de la muerta la que hace pensar en un canto de alguien que lo dirige a sí mismo, con toda la verdad que eso entraña, y ayuda a distanciar a esta novela de casi todas las que del género negro hemos leído hasta la fecha, ya que Asa Larsson no se esfuerza en volver compleja la trama, en oscurecerla con detalles al trasluz, sino que tomando un molde -¿no estamos todos de acuerdo a estas alturas en que las narraciones puras son para el cine y la televisión, donde tienen plena cabida y donde pueden brillar con fuerza, y en que la narrativa ya ha quedado liberada de esa atadura no obligatoria y es perfecta para apuestas más personales, más políticas, más arriesgadas?- centra toda su atención y empeño en los personajes, en el peso de la culpa sobre algunos de ellos, en las relaciones que los unen y separan sin apuntar a la explicación baldía ni a cerrar círculos que solo vacíarían de verdadero contenido una indagación libre. 
   Prodigiosamente directa y cabalmente realista, la autora no tiene prisa en contar, da tiempo a los personajes para que sean y se expresen, a la historia para que cuaje con toda su potencia sentida y sensible, con lo que logra plasmar un relato dramático y muy humano en la que es sin duda una de las más destacadas novelas negras de los últimos tiempos.